Los gastos del español
medio en servicios y bienes culturales.
El lector medio es aquel que, según las estadísticas, lee algún que otro libro al año, o al menos lo compra, pero que los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística al respecto, en la “Encuesta de Presupuestos Familiares”, en relación con el año 2016, es bastante desalentador en cuanto a la compra de libros.
Teniendo en cuenta que los gastos para asistir al cine o teatro fue para todas las familias españolas en dicho año de 1.751 millones de euros, lo que supone una media de 94,9 euros gastados por cada hogar. Este gasto supone la categoría en la que las familias españolas gastaron más, pues cada persona gasto 38,1 euros para asistir a dichos espectáculos.
Sin embargo, el gasto medio por hogar en la categoría de novelas y libros infantiles, según dicha encuesta, es de 52 euros, y el gasto medio por persona en dicho concepto se reduce a 20 euros, lo cual es bastante significativo del nulo interés que tienen la mayoría de las personas por la lectura. El gasto total de los hogares españoles es de 960,6 millones de euros por dicho concepto, casi la mitad de los 1.751 millones de euros pagados para asistir al cine y el teatro. Demoledora cifra en cuanto se refiere a la lectura.
Los libros de no ficción también son analizados en dicha encuesta, y dicho concepto generó un gasto de 157 millones de euros para todos los hogares, y un total de 8,52 euros de gasto medio por hogar y 3,4 euros por persona. Todo un capital. Los museos, bibliotecas y parques zoológicos generaron un gasto global de 175,6 millones de euros, con un total de 9,5 euros de gasto medio por hogar y 3,8 euros de gasto medio por persona. Es decir lo cultural que no sea un espectáculo audiovisual tiene poca atracción para la mayoría de los españoles.
En cuanto a los periódicos supusieron un gasto total de los hogares de 657,8 millones de euros, 35,6 euros de gasto medio por hogar y 14,3 euros de gasto medio por persona. Teniendo en cuenta que los periódicos salen publicados los 365 días del año, y tienen una media de precio de 1,50 euros, se puede deducir fácilmente que cada español ha comprado el periódico, y se supone que leído, 9,53 días de los 365 del año (naturalmente, habrá unos pocos que lo lean diariamente y una inmensa mayoría que no lo lea nunca). Leer supone un esfuerzo excesivo para la inmensa mayoría, mucho más que ir diariamente a un gimnasio para ponerse cachas, para estar horas pegados al ordenador, o hablando por el móvil.
El gasto global en revistas sumó en dicho año 2016, 191,6 millones de euros, lo que supone un gasto por hogar de 10,3 euros y 4,1 euros por persona. Hay que tener en cuenta que las revistas que más se venden son las llamadas “del corazón” y el resto tienen una significación mínima en esa partida de gastos de los hogares españoles.
En cuanto a los gastos relacionados con otros servicios culturales como son los canales privados de televisión o alquiler de equipos, el gasto medio por hogar supuso 15,5 euros y un gasto medio por persona de 6,2 euros.
En cuanto a los libros de textos, el gasto global alcanzó los 1.113 millones de euros, con un gasto medio por hogar de 60,3 euros y el gasto medio por persona de 24,2 euros. Hay que tener en cuenta que estos gastos son obligatorios para las familias con hijos escolarizados. No es un gasto que dependa de la voluntad de quien lo sufraga.
Pero donde nos paramos en gastos los españoles es en la partida de juegos de azar, ahí no hay crisis que valga. En el año pasado, los hogares españoles se gastaron 2.789,6 millones de euros. El gasto medio por hogar, por tanto, es de 151,2 euros y el de cada persona es de 60,3 euros. Es decir tres veces más de lo que gasta el ciudadano medio al año en la compra de libros y es que los libros son tan caros…
Claro, la explicación como dan muchos de su baja compra de libros es porque son muy caros, siempre es algo ajeno al deseo o interés lector –que siempre es bastante escaso, aunque nunca reconocido-, lo que les prohíbe gastar en libros. Se hace culpable a los respectivos Gobiernos por la falta de apoyo a la difusión de campañas para aumentar el hábito lector. No existen campañas para promocionar el gusto por el fútbol, por los móviles, por los videojuegos, por internet y un largo etcétera, y son comprados y consumidos mayoritariamente.
Aunque nadie se para a pensar que ningún Gobierno subvenciona ni ayuda a pagar las entradas a los espectáculos deportivos como es el futbol, por ejemplo, y los estadios están llenos. Los hinchas de un equipo lo sigue hasta el fin del mundo, gastando enormes cantidades en el viaje, estancia, complementos, etc., además del precio de la correspondiente entrada. Nadie se queja del precio exorbitante que llegan a pagar por dichas localidades. Nadie le echa la culpa a ningún Gobierno por dicha carestía. Porque todos saben, sabemos, que aquello que gusta es lo que se busca compulsivamente y se paga a cualquier precio. Nadie les ha tenido que explicar las delicias del futbol, ni empujar a un estadio. Lo hace quien quiere porque le gusta y porque prefiere gastarse su dinero en esa actividad lúdica que le apasiona, sin importar cuantos sacrificios tenga que hacer para satisfacerla. Sin más echarle la culpa a nadie de sus gastos excesivos en dicha afición.
Mientras las bibliotecas están desiertas, o con poca cantidad de asistentes habituales, a pesar que es gratis leer en ellas. Lo que es gratis, si no gusta no se hace por ello más deseable, ni más buscado ni consumido. No gusta demasiado al español medio leer y, como justificación, se echa la culpa a la política educativa, al alto precio de los libros, a la crisis económica, etc., etc.,
Todo es una gran falacia, una gran mentira, pero la gente a la que no le gusta leer –como no sea el Marca para seguir los resultados del fútbol, o las revistas del corazón para cotillear en las vidas ajenas porque la propia es muy aburrida- siempre utilizará cualquier excusa, antes que reconocer que no compra libros ni lee (el 40% de los españoles reconoce que no lee ni un solo libro al año) porque le aburre, le cansa y le hastía. Donde se ponga un partido de futbol, una serie de televisión, un chat en internet o unas cervecitas con tapas en cualquier bar con los amigos, que se quite todo lo demás. Incluido los libros. Esos, desde luego, son siempre los primeros que se irían a paseo, aunque fueran gratis.
Todo los demás son cuentos chinos, aunque haya algunos que se los crean.